sábado, 15 de diciembre de 2007

El año en que amé a Kim Novak

Nada es lo que parece y todos mienten. Con estas premisas podía quedar tan divinamente e irme a tomar unos cubatas---coño, no sólo puedo uno y justo—Pero me enerva—o sea me pone de los puñeteros nervios, detallo para los de la Logse y demás especies incognititas—que un amigo se pierda—“se ha echao a perder” por unas vainas con vagina-poema (si fuese vagina-cerebro sería otra cosa)
Yo también amé a Kim Novak, a Gadner a Deneuve, señoras ampliadas por esos fotogramas maravillosos y con la cadencia del Star System --que asco, que alegría, ese star tan star--- me parecía normal que los señores aullaran por sus encantos y en general generaba una empatía: las quería, las quiero. Al igual que amo a Eunice Odio, a Marçal, Roig y tantas otras como la señora del primero cuarta empeñada en sobrevivir con perro e hijo hostiles. Sin embargo, el género no es mi bandera y, de igual forma que amo, odio a las mujeres-caniche y a los hombres escoba. Ambos tienen algo en común, con la edad se les pasa o quedan en meros esperpentos de lo que fueron, si alguna vez fueron alguna cosa.
Como dice la canción de Silvia Comas y Lidia Pujol---donde andarán, donde--- “Anaven dos suicidas per la vía del tren…” pero siempre hay un impostor, siempre. El arte de morir como decía Plat no consiste en mentarlo, las que bailan con viejos acaba meadas, las que escriben “un si es un no si es” acaban viendo “mira quién baila” .
Hoy me han dicho que soy una mierda ¿mierda interestelar? ¿Mierda de escritora? ¿Mierda de historiadora, de persona? Tal vez si, pero sigo pensando en que algún día seré Kim Novak, una Garbo anónima y estética rodeada de libros y absenta y un coño memorable.
Mi ex me regaló muchas cosas, entre ellas un hijo, el mejor. Amén de eso y de las diferencias ostensibles, me obsequió libros y ausencias, entre ellos a Doris Lessign antes de que declinase estar en Estocolmo—tiene cosas que atender, un hijo enfermo y una casa que vive en ella.—y además me ha dado –y me da consejos gratis: No seas como la canción y si eres, que se lo curren:


"No me llames Dolores llámame Lola, la que siempre va sola por Barcelona buscando follón. No me llames Dolores llámame Lola, la que siempre va sola por Barcelona buscando follón..."

Insto a que las mujeres-caniche me odien, me encanta y sigan diciendo que media Barcelona dice que dije un día. Coño ¿Dónde? Mientras hay un escritor—que no es lo que quiere ser, le falta el trineo—que se entretiene con prostitutas de la palabra a cinco euros---he puesto cinco, pero sería más dramática la cosa—No hay rubias musas, inteligentes como la de Hammett o morenas hacedoras de copla, hay, puerca miseria, puerca tierra y ellos, se conforman

Hubo un año que la Columbia anunció “operación lavanda” y hace unos días prometí a alguien “From here to eternity·

TODOS SE HAN IDO.

Porque soy mujer
no quiero morir en el intento
de acotar los deseos lascivos y redondos,
como historias de ojos.
No hay nada en la noche
que sostenga la infiel masturbación de los lisántropos agazapados.
No hay nada en la noche
que no sea tan sólo noche.
Nos escondemos detrás de las sábanas
impolutas de pecados,
muestreo incapaz de los que no fornican
a la luz sonora sin Ray-Ban o protección ocular.
Mentimos y me miento.
Espero.
Todos se han ido,
engarzados en sueños profundos o livianos,
los que no serán y son.

Todos se han ido.
Busco un vibrador para mi atrofiada mente
que reclama movimiento y rezuma
el espiritoso néctar de un arma en la sien o un trío de ases
o el quinteto de la muerte.
Avanzan los pliegues en el viaje efímero,
el que va sin necesidad de maletas, ni estancias,
de la cabeza al interior de una cueva solitaria y nocturna, hormiguero fugaz que siempre quiere más.
Nocturnidad y alevosía
en el acto de introducir dedos y masajear lo propio.
Es entonces cuando sobreviene la humedad frenética. Inusitada.
El placer de los extraños,
me lleva a marcar records
a jactarme en madrugadas de ser una gran amante de
mi misma.

De "Las verdades prohíbidas"