viernes, 13 de marzo de 2009

R.E.M. con retrato de Camille Claudel al fondo.















En estos días de letargo involuntario, el tiempo se estiraba en mi cama como un chicle con cromo dentro. Las horas multiplicadas por tres resolvían obsequiarme con más dudas y el cromo me machacaba las sábanas con un lema: “...es el único que se ocupaba de algo más que de sí mismo. Esta es la clave del sentido de la vida; amar es preocuparse por otro... es sentirse responsable por otro.” Saint-Exupéry es un genio tan deliciosamente ingenuo como cierto; lo malo de las cosas ciertas, es la imposibilidad de observarlas con ojos pragmáticos y maniatados. Si, el estado febril
suda ideas que me reconfortan en el vértice de la frase “No lo entiendo, no lo entiendo”. Mierda, media vida intentando apartar el “no lo entiendo” eso es malo, decían los psiquiatras, hay que aparcarlo ¿aparcarlo? Vamos mal entonces, Sr. Doctor rey de la fluoxetina, no tengo ni idea de aparcar vehículos. Cuan fácil son las cosas para los que son fáciles las cosas. Hoy estoy mejor-casi-bien, me he puesto en pie de un salto a las siete de la mañana, lo cual demuestra que estoy bien y he pensado justo eso ¡que bien estoy! Y después del café que me debía, he dispuesto
que tal vez era hora de empezar, a saber por donde, a arreglar lo devastado. R.E.M. a todo volumen y trapo en ristre a pelear al polvo, a batallar ácaros. Suena “ Pensé que te escuche reír. Pensé que te escuché cantar. Pienso que pensé que te vi intentándolo. Pero eso era simplemente un sueño..”
Limpiar el polvo de los libros no se me da bien, me detengo en algunos y los sostengo abrazados como si me fuesen a salvar de algo. Modigliani, ah Modigliani y Jeanne; Camille Claudel, cuanta pasión, cuanta expresividad, cuanto hijo de puta alrededor. Explicaba un día de invierno a Rodin en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, explicaba a Rodin al nombrarlo para explicar a Claudel; ella y su excepcional obra. En L Âge Mûr veo representada la escena: Camille, arrodillada y suplicante, dirigiendo sus manos hacia él, Rodin, quien le da la espalda mientras la exmujer de Rodin medio ángel medio bruja (que representa a Rose Beuret) se lo lleva. Pasó los 30 últimos años de su vida en el manicomio de Montdevergues. Allí murió sola. Sigue sonando “Losing my religon” y resuelvo que hoy no es hora de desempolvar libros, hoy es dia de lavabos y asepsia, de meter mano al W.C. agüita clara y lejia espesa como sanadora saliva,la tuya, que diluya esta tristeza mía al saber que me estás perdiendo.
“Ahí estoy en la esquina
Ahí estoy en el centro de las miradas
Deshaciéndome de mis creencias
Tratando de mantenerte conmigo ...”


5 comentarios:

Felipe dijo...

La pasión enloquece, Camille lo supo a destiempo... ¡cuantas Camille hacen falta en el mundo para que todo cambie!, cuando poco se sabe de estas grandes mujeres.

LABELIA dijo...

Cierto Felipe, Camille Claudel brilló por sí misma, fuera de la alargada sombra de Auguste Rodin con el que colaboró y que, hoy por hoy indiscutible, se apropió de gran parte de su obra.1943 -n392 unos números para un epitafio que se había producido treinta años antes. Obviando a los puristas te diré que la obra de Camille es más grande por una razón sencilla, posee una delicadeza, un misterio y en definitiva una fuerza que para si hubiese querido el gran Rodin. Y es que hay hombres que necesitan volver a la inferioridad.
Bienvenida la locura, entonces.
Abrazo solidario.

La paciente nº 24 dijo...

Vine y siempre encontré la puerta cerrada y la luz apagada. Pude imaginarte con Rodin o Durero, Juan Sebastián el Cano o Aladín, qué sé yo, quiero decir, te imaginaba ya en pie –de guerra-, perdiéndote en las calles, sin que nadie te perdiera…

Si quieres te ayudo, a aparcar tu vehículo, digo, no sé si soy muy buena en eso, pero los dejo perfectos, sobre todo si es en batería, sin benzodiacepinas, ni nada. Aparco y punto –aunque lo haga sufriendo-.

¡Escribir bien! ¡Pues mira quién vino a decirlo!

Mis pomadas ¿Mi café?

Anónimo dijo...

Nunca hubo grandes remedios para grandes males, ni grandes males para grandes remedios. Si la humanidad sigue encadenada, en medio, de una muñeca y de otra, es que los grandes locos de la filosofía tal vez perdieron el juicio para nada.

La cadena del pensamiento es pesada y genera una sensación angustiosa parecida, digo, a locura.

Uf. Qué gilipollas. No sé a qué venía todo esto... ¡Disculpa, Lali!

Quiero decir que mejor pequeñas soluciones para pequeños problemas. Encadena si acaso pequeñas soluciones; mejor que angustiosos pensamientos.

¡Ea! Pues ya tienes tu comentario de hoy. Le pasas el plumero de vez en cuando, por favor. Mira que me ha costado terminarlo.

Un saludo.

BUENAS NOTICIAS dijo...

Hola Labelia, acabo de descubrir tu blog. Vengo desde el de Arenita, atraida por la foto de Camille, una de mis personas de referencia. Yo la descubrí hace muchos años, en un pequeño museo francés, que guardaba una de las copias que ella hizo de La Valse. Y, desde entonces, soy adicta a su trabajo (incluso escribí sobre ella para una revista). Su pasión y su delicadeza me intimidan, me provocan, me mueven a sacar lo mejor de mí. Hay pocas esculturas tan profundamente conmovedoras como las de Camille Claudel.
Me ha encantado tu blog!!! Te felicito. Un abrazo!!!